En nuestra perspectiva, “Zona de Interés” se vuelve imprescindible. Continuamos reflexionando sobre escenas y diálogos en nuestra mente, pues eso es precisamente lo que hace esta obra: nos deja una marca profunda.
Desde el primer segundo de proyección, la película tiene la clara intención de incomodarnos y mantenernos tensos, utilizando recursos específicos para desafiar nuestra mente.
Nos muestra una visión de la humanidad tan desagradable, cruda e insensible que roza la línea del horror, al presentar un lado tan egoísta de la raza humana. Es alarmante saber que estos acontecimientos fueron reales y que aún persisten en diversas partes del mundo en la actualidad.
El Holocausto, dejado a nuestra imaginación, intensifica la frustración, la pena y la tristeza ante cada desgarrador detalle que se muestra en pantalla.
La meticulosa puesta en escena requiere de nuestra atención plena para captar todos los aspectos de la historia. El sonido se convierte en una herramienta poderosa, utilizada de manera magistral. Las actuaciones son intensas y brillantes, mientras que la fotografía y la dirección alcanzan la perfección.
Al final, la película nos deja un vacío que nos conmoverá y nos dejará inquietos y reflexivos ante la brutalidad que el mundo presenció durante la Segunda Guerra Mundial y que, lamentablemente, sigue presente en nuestros días.
Sinopsis: Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, y su esposa Hedwig, luchan por construir una vida aparentemente idílica para su familia en una casa con jardín, cerca del campo de concentración.
La dirección está a cargo de Jonathan Glazer y en el reparto destacan nombres como Sandra Hüller, Christian Friedel y Ralph Herforth, entre otros.
Tráiler: