Indudablemente, estamos ante una obra maestra que perdurará en el tiempo. La genialidad de Hayao Miyazaki crea películas que se convierten en auténticas joyas en la industria del cine.
“El Niño y la Garza” nos sumerge de lleno en un universo donde la lógica cede su lugar a la maravilla. La narrativa inicia su travesía de manera pausada, como si nos estuviera preparando para el monumental viaje que está a punto de desplegar ante nuestros ojos.
Una fantasía melancólica envuelve la trama, tejiendo no solo ambientes asombrosos, sino también desarrollando a los personajes de manera magistral.
La música, componente fundamental, ha cautivado nuestro corazón, complementando a la perfección la ambientación y siendo el catalizador de emociones en cada instante.
La historia, bellamente construida, transita entre momentos de hermosa serenidad y suspenso, rozando en ocasiones el misterio. La animación, por su parte, se revela como una exhibición exquisita, fina, llena de fluidez y vitalidad que da vida a cada fotograma.
Con una duración de 124 minutos, “El Niño y la Garza” despliega su paleta de colores vibrantes en un lienzo cinematográfico. Bajo la dirección Miyazaki, la trama sigue la vida de Mahito, un joven que anhela a su madre y se aventura en un mundo donde los límites entre lo vivo y lo muerto se desdibujan. Allí, la muerte cede su reinado y la vida se renueva en un ciclo eterno. Esta fantasía aborda temas trascendentales como la vida, la muerte y la creación, rindiendo homenaje a la amistad.
“El Niño y la Garza” ya está disponible en las salas de cine de Guatemala.
Tráiler: